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Diario para un Cuento | |||
Julio Cortázar |
2 de febrero, 1982 |
A veces, cuando me va ganando como una cosquilla
de cuento, ese sigiloso y creciente emplazamiento que me acerca poco
a poco y rezongando a esta Olympia Traveller de Luxe
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3 de Febrero. |
¿Por eso estas notas evasivas, estas vueltas del perro alrededor del tronco? Si Bioy pudiera leerlas se divertiría bastante, y nomás que para hacerme rabiar uniría en una cita literaria las referencias de tiemo, lugar y nombre que según él la justificarían. Y así, en su perfecto inglés,
-Bueno- hubiera dicho yo-, empecemos porque era una república y no un reino en ese tiempo, pero además Anabel escribía su nombre con una sola ene, sin contar que many and many years ago había dejado de ser una maiden, no por culpa de Edgar Allan Poe sino de un viajante de comercio de Trenque Lauquen que la desfloró a los trece años. Sin hablar de que además se llamaba Flores y no Lee, y que hubiera dicho desvirgar en vez de la otra palabra de la que desde luego no tenía idea. |
4 Febrero |
Curioso que ayer no pude seguir escribiendo (me refiero a la historia
del viajante de comercio), quizá precisamente porque sentí la tentación
de hacerlo y ahí nomás Anabel, su manera de contármelo. ¿Cómo hablar
de Anabel sin imitarla, es decir sin falsearla? Sé que es inútil,
que si entro en esto tendré que someterme a su ley, y que me falta
el juego de piernas y la noción de distancia de Bioy para mantenerme
lejos y marcar puntos sin dar demasiado la cara. Por eso juego estupidamente
con la idea de escribir todo lo que no es de veras el cuento (de escribir
todo lo que no sería Anabel, claro), y por eso el lujo de Poe y las
vueltas en redondo, como ahora las ganas de traducir ese fragmento
de Jacques Derrida que encontré anoche en La vérité en peinture
y que no tiene absolutamente nada que ver con todo esto pero que se
le aplica lo mismo en una inexplicable
El mismo enfrentamiento desesperado contra una nada desplegándose en una serie de subsanadas, de negativas del discurso; porque hoy, despues de tantos años, no me queda ni Anabel, ni la existencia de Anabel, ni mi existencia con relación a la suya, ni el puro objeto de Anabel, ni mi puro sujeto de entonces frente a Anabel en la pieza de la calle Reconquista, ni ningún interés de ninguna naturaleza por nada, puesto que todo eso se fue consumando many and many years ago, en un país que es hoy mi fantasma o yo el suyo, en un tiempo que hoy es como la ceniza de estos Gitanes acumulándose día a día hasta que madame Perrin venga a limpiarme el departamento. |
6 de Febrero. |
Esta foto de Anabel, puesta como señalador en nada
menos que una novela de Onetti y que reapareció por mera acción de
la gravedad en una mudanza de hace dos años, sacar una brazada de
libros viejos de la estantería y ver asomar la foto, tardar en reconocer
a Anabel.
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