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El 6 de febrero, la actriz y diseñadora Silke celebrará sus redondos 50 años. La madrileña residente en Ibiza llega al medio siglo de bagaje vital al tiempo que defiende una nueva película, la peruana Los 4 altares, de Alonso del Río, aunque incide en que no retoma su trayectoria en el séptimo arte. Este filme, con actores de la talla de Damián Alcázar o Magaly Solier, se acaba de estrenar de forma original como oferta online con visionado por diez euros. Aunque concede escasas entrevistas, quien fuera musa del 96 nos atiende hoy. Por fin, tras años de imprevistos, Los 4 altares ya es una realidad. ¿Qué le ha parecido al visionarla? Está bonita la verdad. Es una película bien diferente de las normales. Habla sobre la transformación de una periodista que termina en el Amazonas probando las plantas sagradas. Este es un proyecto que ha pasado muchos riesgos para poder enviar su mensaje. Me comentaba días atrás que se ha hecho “desde un entorno afectivo”. Así es. De hecho, fueron los vínculos los que la han hecho posible. Y al final es de lo que trata, yo creo, esta película, de honrar todas nuestras relaciones y de remover todos los obstáculos que atentan contra ellas. Para mí, lo fundamental también es trabajar por lo fundamental y apoyar las formas de producción y distribución independientes, aquellas que toman riesgos para salir del relato ordinario y te dan, además, la posibilidad de abrir tu percepción. A pesar de esta novedad, deja claro que no retoma el cine. ¡Noooo! [Sonríe]. Internet habla de usted en pasado. “¿Qué fue de Silke?”. ¿Cómo lo gestiona? No me busco a mí misma mucho en internet. Pero sí, en alguna entrevista que me han hecho me han presentado así, “qué fue de Silke”. Y entiendo que de repente sí hay gente que se lo pregunta, porque de estar en todos los medios, desaparecí. Ha habido quien me ha dicho que vuelva porque me echa de menos. Es gracioso y lo agradezco. ¿Llamaría éxito a aquello que vivió, aquella fama de la que se acabó retirando con poco más de veinte años? Sí que lo llamaría éxito. Imagino que para cualquier actor que le gusta este mundo, tener un montón de guiones sobre la mesa con los mejores directores de España sí lo es. Las consecuencias de ese éxito fueron las que me llevaron a venirme a Ibiza. No supe llevarlo. Se dedica ahora a su familia y su marca de complementos Silke K Horn. ¿Es diseñadora de moda o artesana? Ambas cosas. Diseño en lo que creo como artesana. Soy, por un lado, diseñadora, porque diseño todas las piezas. Y las produzco yo artesanalmente. Se ha retirado del famoso mercado de Las Dalias, en San Carlos. Sí, lo he dejado porque el mercado y yo vamos en direcciones opuestas. Al principio, era solo un día de mercado y podía estar trabajando el resto. Mi taller está en mi propia casa y me venía bien llevar los productos allí. Acabaron siendo cuatro días a la semana y creo que ahora ya es de paso, muy turístico. Estuve ocho años y fue muy bonito con gente muy bonita, pero vuelvo a las tiendas. Dice que hoy en día le reconocen pocas personas… La gente de mi época, la mayoría me conoce aunque no me reconozca. Me dicen que les sueno de algo, y acaban diciéndome que soy Silke, la actriz. De mi generación sí. La gente joven, no. Es que han pasado muchos años… [Se ríe]. Tenía 20 añitos en aquella época y ahora 49. Cumplí 21 años cuando hice la película Tierra. Y de aquella Tierra del guipuzcoano Medem a la tierra de este nuevo filme, Los 4 altares, en el Perú del director Alonso del Río. Han vivido barricada tras barricada para hacerla… Yo, como decía, estoy fuera del cine, lo que pasa es que este proyecto me parece bastante no comercial, diferente de lo que he hecho hasta ahora. Pretende mostrar más conciencia de lo que está pasando en el planeta y en especial en el Amazonas. La verdad es que es bestial. Cuando estás allí y ves cómo están arrasándolo, se te hiela la sangre... Decía que habla de la transformación de una periodista. Sí, que se dedica a influenciar a la gente por los medios y a manipular la información. Pero una visita al Amazonas le cambia la vida. ¿Tiene una parte espiritual? Sí. Yo también me considero espiritual. No podría decir dónde me sitúo en ese lugar. Sí creo que hay una inteligencia que yo llamaría divina y que es difícil de descifrar porque nuestra condición humana nos hace muy limitados entre el espacio y el tiempo. No somos capaces de entender todo lo que hay detrás de esa realidad visual y material, pero yo estoy segura de que hay algo muy inteligente detrás de todo. A lo que yo quizás llamo Dios. Somos más que un cuerpo, eso lo tengo claro. Llevo muchos años intentando descifrarlo, pero ya me he dado cuenta de que como humana nunca voy a llegar a entenderlo ni a descifrarlo. Desde niña siempre he querido ser mejor persona cada día. Esta película mira un poco esa transformación. La pandemia lo puso difícil. Sí, porque rodamos la primera parte en México y tardamos como dos años y pico en rodar la segunda. Además, el otro actor protagonista se cayó, hubo que buscar a otro, con la pandemia no podíamos entrar en Perú… El caso es que empieza la película y voy de nuevo con raccord continuo tras dos años y medio [Se ríe].
Además, es activista medioambiental contra las petrolíferas en Ibiza y fue apoyada por la actriz Siena Miller o el cantante James Blunt. Tengo muchas cualidades y defectos. Soy una persona de justicia, muy justa. Me pongo de un lado o de otro porque me gusta el equilibrio. En varias películas también interpreta desnuda. ¿Qué es para usted el desnudo que aún escandaliza a parte de la sociedad? El desnudo son muchas cosas: desde naturalidad a sexualidad, intimidad. Yo siempre me he considerado muy natural. Mi padre y mis hermanos siempre nos bañábamos desnudos en la piscina y mi padre paseaba desnudo… Entiendo que hay gente que no lo ve así. Cuando estoy en lugares públicos no me gusta desnudarme. No es por mí. Es por la mirada de los demás. El desnudo está en la mirada de cada uno. No es conocido, pero Medem escribió pensando en usted la segunda parte de Tierra. Encarnaría a la bruja Mari de Anboto. Era el diario de Mari y lo escribió pensando en mí porque fui Mari en la primera parte. Yo en ese momento estaba muy confundida con una avalancha de guiones, no sabía si seguir… Estaba ante el éxito más bestial y este guion era muy fuerte, era el diario de una ninfómana. Muy enfocada en la sexualidad de ella. Me pareció demasiado fuerte. Julio siempre ha tenido esta maravillosa cualidad de ser muy elegante en sus escenas de desnudo y de sexo, siempre de una manera muy bien hecha y puede quedar muy vulgar y feo si no sabes rodarlas y estoy segura de que Medem hubiera hecho una buena película, pero con 21 añitos se me hizo demasiado meterme en ese proyecto. A lo mejor ahora sí lo habría hecho. Se veía demasiado desnuda ante la gente… Expuesta. Sí, de repente me sentí desnuda a nivel humano ante el mundo. De repente, me vi que todo el mundo sabía demasiado de mi vida e intimidad. De lo que me gusta, de lo que no… Ya me sentía demasiado desnuda como para seguir desnudándome en ese proyecto. Estaba muy confundida. ¿Qué queda de la Silke del recordado anuncio de compresas Evax? Las alas! Sigo volando. Trato de aterrizar, pero no lo consigo. Es mi naturaleza.
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