"Silke"
en el Jardin de Mari Trini
La máquina de crear estrellas de
Hollywood también se gripa y, cuando eso sucede, en la
cuneta quedan despojos humanos, proyectos de rompetaquillas que
acaban de secundarios en sitcoms, poniendo voz a animales antropomorfos
de Walt Disney o, aun peor, representado a Ibsen -dos veces al
día- en teatros de segunda.
Las estrellas de esta sección han
caído en el Jardín de Mari Trini, cantante
de carácter que, a su vez, no alcanzó el grado de
sex-symbol por su labio viperino, primo hermano del de Silvester
Stallone, supernova noventera al borde de la extinción.
Silke,
el mal rollo con piercing
Si hubiera que elegir a la más fugaz
de las estrellas de todo el firmamento doméstico, Silke
ganaría por goleada. Su aura duró exactamente 29
meses y una semana, tiempo suficiente para desengañarse
del depredador star-system patrio, demostrar su nulidad artística,
firmar dos taquillazos y, como buena niña pija, irse en
búsqueda de su karma a la mísera India, en un intento
por relativizar su propia miseria.
A estas alturas, todo hijo de vecino sabe
que Silke ha vuelto, un retorno
que suena más a amenaza que a bienaventuranza. Por sus
profusas apariciones en prensa, nos hemos enterado que la jovenzuela
pierceada lo ha pasado muy mal, que se le atragantó el
éxito y que ganar tanta pasta en tan poco tiempo le rompió
los esquemas, pues no sabía si gastársela en Mango
o en los yonkis del Proyecto Hombre. Una putada, vamos.
El acierto de Silke
fue estar en el momento adecuado (con Maribel
Verdú en plena decadencia y Penélope
Cruz recién salida de "La
quinta marcha") y con el nombre adecuado -"¡qué
osada: una estrella sin apellidos!", exclamaron los
cronistas- para llenar un espacio más mediático
que artístico. A estas alturas aún nos preguntamos
por qué la prensa acogió con tanta algarabía
a un personaje que al resto de los mortales transmite un tremendo
mal rollo.
¿Y qué decir de la infame
trayectoria cinematográfica de Silke?
Poca cosa: su limitadísimo registro fue exprimido hasta
la última gota en apenas cuatro horas de metraje. No daba
para más, pero tuvo la suerte de que su efímero
reinado (1996-1997) coincidiera con el despertar del preciosista
Nuevo Cine Español, lamentable período de nuestra
Historia que, al igual que La Movida, tendrá su merecido
olvido en un futuro más sensato.
Silke
tuvo su mejor actuación en "Hola,
¿estás sola?" (1996), el debut
de Icíar Bollaín.
No en vano, la debutante, aunque ya afamada actriz se interpretaba
a sí misma como post-adolescente con problemas que busca
su lugar en el mundo y emprende EL VIAJE. Aunque la cinta es silkeniana
por los cinco costados, lo mejor es ver a la minúscula
y pechugona Candela Peña
interpretando a la amiga macarra de la niña bien.
Ese mismo año (aunque se estrenó
un poco más tarde que la anterior) Silke
rueda "Tierra",
una magnífica paranoia de Julio
Medem que funciona más a pesar que gracias a
nuestra heroína. Su papel es, empero, fundamental en la
trama: calentar la polla al pobre Carmelo
"Mandíbula de Oro" Gómez,
quien, con muy buen criterio, opta por cohabitar con Enma
Suárez, más guapa, con más chicha
y, lo sentimos, Silke, mucho
mejor actriz.
"Tengo
una casa" cierra la trilogía gloriosa
de Silke en aquel infausto
96. Aunque se podría decir que la peli es mala, diremos
que es bochornosa. Utilizando como gancho una celebérrima
canción de Los Enemigos,
la pérfida Mónica Laguna
(¿?) firma un bodrio que recuerda a las aventuras de Los
Payasos de la Tele con un tono ñoño-ecologista.
Lo mejor de "Tengo una casa"
es que se le ven las tetas a Silke.
Las tiene muy bonitas, por cierto.
Después de descansar sus agotadas
meninges en India e Ibiza, Silke vuelve con "Tú
qué harías por amor". Invito a quien
vaya a verla a mandarnos una crítica, a ser posible destructiva,
del renacer de la ya-adulta-Silke
porque uno que lo es no piensa gastarse 850 cucas+palomitas en
la susodicha.
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