Apareció como una luz en la oscuridad dando el saludo a su amiga
Candela. Luego, se marchó a turbar las vidas de las gentes de tierra
adentro, como auténtico angel de perdición-salvación,
aunque era la única que no tenía nombre de angélico.
En pleno verano se refugió en una casa en el bosque, espacio en el
que se siente como una pequeña hada silvestre. Silke está
unida a la naturaleza, a la libertad, a la vida sin cortapisas. Tiene una
sonrisa contagiosa, un rostro fresco y una voz que se prende en la memoria.
Entre sus viajes al sur, a las viñas o a los bosques, se marcha a la
India. Sola, feliz, libre. Su presencia es uno de esos regalos que, de vez
en cuando, hace el cine. Lo mejor para nosotros sería que nunca
cambiara, pero es imposible. Su propio nombre suena a viento y el viento
nunca se detiene en el mismo sitio,
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