Sin complejos, el cine europeo y en concreto el español, va adaptando cada vez más las fórmulas de éxito de la industria de Hollywood. Con peor o mejor suerte. El caso de "Tuno negro" es clarísimo y los directores no lo ocultan: cine de terror con y para adolescentes con psicópata incluido. Pero los dos jóvenes realizadores han tenido la astucia de no quedarse en la simple copia barata de un producto norteamericano. Y han aliñado un argumento conocido de sobras con sal y pimentón de cosecha propia, que le otorga al film un sabor más contundente. Evitando los productos descafeinados y bajos en calorías que provienen del otro lado del charco, Barbero y Martín han hecho hincapié en el tono gamberro, en el sexo sin tapujos, lo políticamente incorrecto, el humor negro y el gore. Todos elementos presentes, pero sin pasarse, porque el destino final de esta película es la de ser disfrutada sin problemas de digestión un domingo por la tarde en el cine mientras se engullen unas palomitas, entre sustos y carcajadas. Un cásting con caras muy conocidas ayuda a darle consistencia al producto, destacando especialmente Eusebio Poncela en su ambiguo papel de deán de la catedral de Salamanca y profesor universitario. "Tuno negro" no rompe moldes, no nos ofrece nada nuevo dentro del género, pero tampoco lo pretende. Y, en cambio, si que queda demostrada la profesionalidad y el entusiasmo de sus jóvenes responsables a la hora de resolver una película de género que podía haber caído fácilmente en el subproducto indefendible. Vaya, que vamos a tener que seguir siguiéndoles la pista.