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SILKE
Las Cosas Materiales Te Quitan Libertad

Silke entre Gasas

Es la criatura más hermosa del último año. Tiene algo que la hace diferente. Exóticos, rebeldes, sensuales y dulces, sus personajes, siempre inquietantes, han consagrado a una actriz que sólo era una promesa. Ella sueña con el cine. Los demás, simplemente, sueñan con ella.

Como un vendaval pasa por el otoño de Madrid. Lo justo para promocionar su última película, Tengo una casa, arreglar un montón de cosas, ver a sus amigos, a su familia, y volver de nuevo a Ibiza, donde anda buscando un terrenito para hacerse -como dice ella- una cabaña. Sentada en el suelo, después de una larga sesión de fotos y vestida de colorines hasta el ombligo, Silke, a sus veintidós años, parece un duende de cuento. Con el pelo alborotado, la cara lavada y un bostezo que se le escapa, bien podría parecer recién levantada. Pero no ha parado en todo el día y estamos sin comer. En ese ayuno obligatorio en el estudio, enciendo un cigarrillo y le ofrezco otro. Llevo tres años sin fumar y ahora estoy volviendo..., pero prefiero una calada. Le doy uno bajo en nicotina que aspira silenciosa para luego abandonarlo en el cenicero.

El fenómeno Silke ha sobrepasado a la actriz. En realidad, ni siquiera logra entenderlo. En un año, tres películas, ha despertado el interés de la industria y el público. Julio Medem atrapó toda su sensualidad en Tierra, Icíar Bollain le dió la oportunidad de sacar su descaro y su frescura en Hola, estas sola?, y Mónica Laguna se la llevó a las montañas para dejar que aflorase su lado más silvestre en Tengo una casa. Después de unos meses sin parar decidió tomarse un respiro y desapareció del mapa para buscar su lugar en la India. Ahora, recuperada de nuevo, vuelve a rodar. Esta vez en Argentina, Donde encarnará a la musa de Julio Cortázar en una película inspirada en la vida del escritor.

Silke entre Gasas


-A los diecisiete años, fuera de casa, ¿qué se busca?
Aventura, conocer, aprender, descubrir cosas.

-¿Y qué aprendió y descubrió?
Sobre todo aprendí a buscarme la vida. Ahora en cualquier momento sé que nunca me voy a quedar tirada y eso te da mucha seguridad.

-¿Usted es más segura que insegura?
(Silencio)... Depende de para qué cosas. Pero creo que tengo bastante seguridad. Quizá es porque tengo un angelito que me cuida, y sé que está ahí.

-¿El talento es algo que uno siempre desconoce hasta que los demás se fijan en él?
Sí, pienso que la inseguridad de las personas muchas veces nos hace necesitar que sean los demás quienes lo descubran. 

-¿Un suspenso en el cine tiene recuperación? 
Depende de quíén suspenda. Yo quizás no. 

-Y un sobresaliente, ¿se puede superar? 
Supongo, pero es que no sé donde está el sobresaliente y dónde el suspenso. 

-¿Pone notas a su trabajo? 
Pongo notas a mis posibilidades. Yo siempre doy todo lo que tengo y todo lo que puedo; entonces para mí es suficiente. Ahora mismo yo creo que no se puede pedir de mí el sobresaliente que podría tener Victoria Abril. Pero según mis posibilidades sí tengo una buena valoración de mí. 

-Dicen que va por libre. ¿Qué es la libertad? 
No depender de las cosas materiales, ni de las personas, ni de la sociedad. Eso te quita mucha libertad. 

-¿No le gusta la gente, así, en general? 
La gente me encanta, pero también necesito mi soledad. Necesito personas y cosas, pero no quiero depender de ello. Me gusta ser consciente de que todo viene y se va, y creo que no es bueno atarme a ello, porque en el momento en que se van te sientes sin nada. 

-¿Ha perdido muchas cosas? 
Sí; he tenido momentos de mi vida en que lo perdía todo. Pero lo más importante que he perdido fue una amiga. 

-La plata es la noche, la luna, siga usted... 
La sencillez. Y para mí la India, Nepal, que es donde yo iba a buscarla para venderla. 

-Con ese bagaje de vendedora, será una buena comerciante. 
Regateo bien. Se me da mejor comprar que vender. 

-¿India es un remanso de paz? 
No. Yo no puedo relajarme en la India. Allí tienes que estar muy alerta todo el tiempo, sobre todo con la manera que yo tengo de viajar, que muchas veces estoy sola. Pero no hace falta irse a la India para encontrar la paz. La paz está dentro de uno mismo, y si la buscas la encuentras. 

-Eso suena a lectura budista. 
Tal vez tengo muchas cosas budistas o taoístas. Pero no las he buscado en ningún libro. Son cosas que van saliendo. 

Silke entre Gasas

-¿Su rebeldía se remonta a sus años con las monjas? 
No creo que sea sólo de eso. Pienso que la vida que llevas de pequeño es lo que más te marca y todo lo que te sucede se queda y te condiciona. Y a mí me han condicionado el colegio, la relación con la familia y muchas cosas más. 

-Silke, ¿cuántas veces le han dicho que su nombre suena a seda? 
Muchas. Pero no deberíamos quedarnos en el nombre de las personas. Las personas van más allá de los nombres. 

-Imagine que no hay nombres, ¿cómo reconocería a las personas? 
Yo ya las reconozco por sensaciones, sentimientos, y vibraciones. Y muchas veces por la mirada. 

-¿Qué le sugieren los Evangelios? 
La iglesia, ir a misa de pequeña. Ahora ya no voy, pero me sigue gustando la Biblia por las cosas que cuenta, hay historias maravillosas de las que se aprende mucho. 

-Cuando oye decir que es un nuevo símbolo erótico ¿qué piensa? 
Ufff... Es que me considero todo lo contrario. Además, para mí el saxo es algo secundario en mi vida, está tan al margen y hay tantas cosas antes, que no sé cómo puedo dar esa imagen. Creo que ha sido el producto que se ha utilizado para vender Tierra. Mi personaje, Mari, es una mujer muy seductora y muy sensual y por eso parece que soy yo quien lo proyecta, pero no soy así, para nada. 

-En su última película, Tengo una casa, hace un personaje totalmente opuesto. En esta ocasión ha conseguido estar más fea y más guapa que nunca. 
Quizá porque mi belleza está en la sencillez. Yo, al menos, cuando más guapa me veo es cuando estoy con la cara lavada. En tengo una casa estoy más natural y, para los demás, más fea. Pero para mí estoy más guapa porque soy más yo. 

-¿Cuando su personaje llora lo hace de verdad? 
Sí. Nunca jamás en mi vida he llorado tantas horas seguidas y tanto. Lo hice de verdad. 

-¿Cómo? 
En esa época yo estaba muy sensible y me resultaba fácil. Pero a mí me gusta mucho llorar. A veces me siento a escuchar una música que me gusta, a ver el atardecer y de repente me dan ganas de llorar. Pero me encanta, porque es como liberador. Pero cuando tienes que llorar tanto tiempo y porque sí... es otra cosa. Lo que hago es pensar, pensar en cosas que me sensibilicen, pero no tienen por qué ser tragedias. Simplemente acordarme de mi hermano pequeño, que le quiero mucho y no le tengo ahí, me dan ganas de llorar. 

-Cuando le asaltan los admiradores ¿qué piensa? 
Me extraña mucho. A veces me tratan como si fuera una diosa, me llaman ­Silke!, ­Silke! y yo les digo: Soy normal, como tú, me puedes tocar y darme un beso y hablar conmigo. La verdad es que yo alucino con que puedan llegar a mitificarme. Y sobre todo por lo que te contaba antes, que no siento que haya tantos motivos para eso, pienso que es más una bola lo que se ha montado con mi imagen. 

-¿Como si fuera una moda o algo que no depende de usted? 
Algo así. Y por un lado me siento muy afortunada, y me alegro de que me haya pasado todo esto, pero de repente hay muchas cosas que veo que no son reales y también creo que mucho de lo que ha pasado es por la imagen. Pero yo no tengo ningún merito por tener la cara o el cuerpo que tengo, porque es algo que te regalan cuando naces. 

-¿Cómo se ve en el espejo? 
A veces me veo tan fea que digo: ¿dónde voy a la calle de sex symbol? Hay días que te ves la ojera, la cara hinchada y no lo puedo entender. Otros me veo bien. También estoy en una época de mi vida en la que estoy más guapa. 

-¿Ah, sí? 
Sí. Cuando era pequeñita no era tan guapa, era muy alta y tenía los dientes para afuera, tenía muchos complejos, no ligaba nada, y todos los novios se los llevaban mi hermana y mis amigas. Yo siempre he tenido unas amigas guapísimas y nunca he sido una chica que haya tenido éxito con los hombres. Entonces, claro, de pronto he crecido y me cuesta aceptar que soy guapa. La primera vez que un chico me dijo que era guapa fue cuando tenía dieciséis años, y para mí fue sorprendente... e inolvidable... Me acuerdo que, una vez, de pequeña, estaba un amigo de mi padre hablando con él y yo detrás oí como decía, qué guapa es tu hija Elke, pero la pobre Silke... y eso se me quedó grabado. 

-Y se quedó con el complejo de patito feo. 
Si, mucho tiempo lo he tenido, por eso ahora me sorprende tanto que me digan cosas. Fíjate: creo que las cosas que te afectan de niño te dan luego fuerza para transformarte...Y creo que la belleza que tengo, más que por lo que tenga de real, es lo que yo la he potenciado para superar ese complejo que tenía de pequeña. 

-Lo ha superado ya, supongo. 
Si, pero no de una forma consciente. Además, el físico, al final, no te sirve para nada porque con el tiempo se acaba. 

-Si tuviera que firmar un autógrafo, ¿qué pondría? 
Es que no me gusta firmar autógrafos, pero no puedes ir explicándole a cada uno por qué no los firmas. ¿Por qué tengo que hacerlo yo?, ¿qué mérito tengo? Hay mucha gente que trabaja y tiene más mérito en otras cosas. Yo no hago más que otra persona, sólo que a mí me pagan bien por mi trabajo, y a veces hasta me siento culpable por ello. Pero no entiendo por qué me los piden. 

Silke entre Gasas

-Una curiosidad: ¿sigue haciendo deporte? 
No tanto como me gustaría. De pequeña era bastante deportista. Hice ballet mucho tiempo, natación, kárate, esquí y jugaba al baloncesto. Ahora sólo hago natación de vez en cuando, y luego de repente un día me apetece salir a la montaña, o a bailar. Me encanta nadar en Ibiza, meterme en el mar a las ocho de la tarde, en San Antonio, que es donde se pone el sol, nadar un kilómetro hacia dentro y ver la puesta desde el agua. 

-Usted que no bebe alcohol, ni café, ni coca-cola, ¿ha probado las bebidas inteligentes? 
No las tomo porque no creo que sean sanas, tienen muchos químicos y yo cuido bastante mi alimentación. 

-¿Es vegetariana? 
Sí, me gustan las cosas integrales, evito huevos y lácteos. 

-¿Tiene usted algo de maruja
Supongo; todos tenemos nuestra parte maruja... el otro día me hice un chaleco plateado, un poco pop... ¿ es eso ser maruja? La verdad es que no lo sé... 

-Vive repartida entre la casa de sus padres, de su hermana y con la mochila por medio mundo. 
Antes lo hacía por evitar saturarme; ahora me apetece estar quieta. Te desequilibra estar siempre yendo y viniendo. 

-Quién se lo iba a decir a usted hace unos años, siendo una niña bien, tan estudiosa... 
Bueno, más que estudiosa era responsable. Yo nunca he ido a un examen en blanco, ni al colegio sin hacer los deberes. Mi padre quería que fuese abogado, pero para estudiar una carrera así hay que estar hecho. Y o era mi caso. 

-¿Ahora ya sabe para qué está hecha? 
Sí, para dejarme llevar, y cuando algo se me ponga en medio, lo haré. Me gusta mucho el arte, pintar, dibujar, hacer cosas con las manos. 

-¿Cómo sería Silke en blanco y negro? 
No sería. Silke es muchos colores..., colores que se van dejando llevar. 

El Suplemento Semanal (6-Octubre-1996)
Texto
Paloma Leyra
Fotografia
Teresa Peyrí

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